sábado, 31 de enero de 2009

PIEDRAS HOMBRES DIOSES


¡Buen domingo, querido lector! Don Andrés García, mi dilecto y culto amigo, me ha mostrado un libro fascinante: Piedras. Hombres. Dioses. Su autor es don Juan José Biagi Filizola. Su título, por demás certero, ubica al hombre como mediador entre los elementos de la Naturaleza y la divinidad, porque si el arte se eleva hacia las regiones del espíritu, aceptaremos que su meta mayor emigra hacia las alturas adventicias donde los dioses se hacen presentes. El señor Biagi nos dice: “la idea es que con las piedras y el mármol, los hombres desde hace miles de años han construido templos, tumbas y monumentos para materializar a sus dioses, divinizar a sus gobernantes, honrar y recordar a sus muertos”.

Piedras. Hombres. Dioses es el homenaje a una dinastía de cinco generaciones de marmolistas precursores de esta industria en México y cuya obra “en infinidad de obras artísticas diseminadas por buena parte del territorio nacional”, ha tocado “lo artístico, lo artesanal y lo industrial”. Ilustrado lujosamente, sus páginas nos obsequian un paseo por los lugares particularmente suntuosos donde el hombre ha dejado su huella perenne: Mesopotamia, Egipto, Petra, Asia, y se detiene, de manera meticulosa, en los reinos de la escultura por antonomasia: Grecia, Roma. Ante nuestros ojos: la columna de Trajano, el Panteón, el Apolo del Belvedere, la Venus cirenaica, la Venus capitolina, los espléndidos arcos de Tito, de Constantino, de Septimio Severo, y la insuperable estatua de Marco Aurelio.

Orgullosamente, México muestra su majestad: Teotihuacan, Chichén Itzá, Palenque, Bonampak, Tikal, Tula, Monte Albán, Mitla y, por supuesto, nuestras hermosísimas diosas Coyolxauqui y Coatlicue, que el Tiempo guarde.

Es ineludible un vuelo por Carrara, la mítica poseedora de riquísimos mármoles y lugar obligado de visita por escultores famosos, Miguel Ángel, entre otros. Y aquí, la palabra evocadora de su linaje: “En una propiedad llamada la Bernardina, situada en Pievepelago, provincia de Módena, existe una capilla con criptas que tienen lápidas en las que están grabados los nombres de nuestros antepasados. De allí emigró a Carrara nuestro bisabuelo, el año de 1875… De esta manera, el bisabuelo Francisco viene siendo la primera generación de la familia Biagi que trabaja el mármol”. De la segunda generación, Domingo y Dante emigraron a México en 1890 y 1899, respectivamente. En 1901 fundaron la casa Biagi Hermanos en San Luis Potosí. El 25 de junio de 1910, Giuseppe Biagi, con sólo 18 años y un equipaje de esperanza y voluntad, cruzó la mar océana rumbo a San Luis Potosí. Allí arribó el 7 de julio de 1910: “Había llegado a América, tierra de promisión.” Pero los aires revolucionarios obligaron a los Biagi a regresar a Italia donde los arraigan otros aires levantiscos: la Primera Guerra Mundial. Giuseppe regresa a nuestro San Luis hasta el 18 de septiembre de 1919. Sus tíos ya se habían establecido en Tampico, y aquí afincó sus raíces y realizó no sólo actividades artísticas, sino también políticas: fue cónsul de Italia con jurisdicción en Tamaulipas, promotor comercial entre Italia y México y trabajó intensamente para el establecimiento de una línea directa de vapores Italia-México. En 1925 fundó la fábrica de pinturas Selene. En 1934 fue nombrado caballero de la corona de Italia. En el período 1937-1938 formó parte de la directiva de la cámara Nacional de Comercio de Tampico.

Giuseppe Biagi colocó el altar mayor de la Iglesia catedral de Tampico, “en mármol blanco de Carrara, de estilo renacentista, orden compuesto, mide nueve metros de altura y cinco metros y medio en planta”. Esta obra fue proyectada por orden de la señora Doheny, y fue realizada en los talleres de Avenza, Carrara, bajo la dirección del escultor Corrado Vatteroni. La obra fue entregada el 12 de marzo de 1926.

En su taller, la familia Biagi ha dado continuidad a las distintas escuelas estéticas que se han expresado en el mármol, y ha modificado los estilos según la época y las circunstancias. Y en ese cincelar de mármoles, y en ese tallar primoroso y delicado el espíritu de las piedras magníficas, la familia Biagi ha mantenido su abolengo artístico y ha entretejido su historia en la urdimbre de nuestra tierra. Sean siempre con nosotros.

Y usted, ¿me leerá el próximo domingo?

anaelenadiazalejo@prodigy.net.mx
(Columna publicada en el periódico La Razón, Tampico, Tam., el 1 de febrero de 2009)

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