viernes, 9 de enero de 2009

DESIDERATA 2009


¡Buen domingo, querido lector! ¿Ya meditó sesudamente sobre sus propósitos para 2009? Celebro que, al fin, se haya hecho un campito entre todos sus ineludibles compromisos laborales, familiares y sociales y se haya regalado unos momentos para ensoñar. De veras, lo felicito.

Desde mi más remoto recuerdo, he mantenido y cumplido el compromiso de escribir mi desiderata anual. Este acto, el de escribirla, no el de realizarla, me ha permitido precisar mis ideas, conciliar mis propósitos, comprender mis problemas, organizar mi vida y, naturalmente, tomar las mejores decisiones. Mi futuro, diseñado para doce meses, no incluye las actividades de índole laboral porque éstas pertenecen a un calendario de cumplimiento a plazo fijo. Tampoco tengo en cuenta los compromisos sociales en grupo: ésos ya están incluidos en el calendario. No, yo me refiero, exclusivamente, a la redacción de una lista de deseos arropada muy en mis adentros y que, por supuesto, no están registrados en mi agenda, por ejemplo: ver el cine en la pantalla grande por lo menos una vez a la semana; caminar todas las tardes por el parque ubicado a media cuadra de mi casa; revisar, sin prisa alguna, la colección de películas de algunos almacenes de la ciudad; pedirle a María Luisa Herrera Casasús que me informe sabrosamente, como sólo ella sabe hacerlo, sobre la historia de nuestra Huasteca; leer en mi jardín todas las tardes; ver el amanecer en la playa; asistir a todos los conciertos de nuestra sinfónica…

Pero le confieso, caro amigo, que nunca he tenido la menor premura en cumplir tal desiderata. No, no es una broma. No. Le debo una explicación: todos estos lujos que me propongo llevar al cabo durante el siguiente año, aunque sólo formen parte de un resumen de cuando en cuando contemplado, conforman un proyecto que me amarra a un año gozoso pleno de cosas estupendas que tanto me ilusionan, aunque sé de sobra que sucederá lo de siempre: llegará Primavera y arrasará las hojas secas y sus colores me invadirán. Y vendrá Verano y su calor me fatigará y su lluvia humedecerá hasta mis pensamientos. Y luego Otoño me regalará sus crepúsculos y me cautivará la mirada. Y, otra vez, volverá Invierno con sus prisas y recuentos… sí, con el recuento de mi lista mágica que se fue diluyendo, segundo a segundo, en cada retorno de las estaciones. Y revisaré nuevamente mi desiderata, observaré, reajustaré y reconsideraré; tacharé lo pasado de moda en mis intereses, abriré mi libreta de utopías, esas que voy anotando una ahora y otra mañana a la espera de integrarlas en mi siguiente año, y reiniciaré un prolijo enlistado… y así año con año, mientras me quede en el pensamiento un plan por empezar, porque son muchos los que bullen en mi cabeza. Sí, amigo lector, lo importante no es convertir nuestros deseos en contratos de trabajo y obsesionarnos con la realización de tales o cuales propósitos. No, lo importante es alojarlos en nuestro corazón: mientras seamos capaces de generar esas emociones, podremos estar seguros de que aún existimos en este planeta y de que aún somos aptos para vivir. Ahora que si, pian pianito, podemos ir acercándonos a algunas metas, pues esto ya sería miel sobre hojuelas. ¿No le parece?, pero sin afanarnos demasiado porque correríamos el riesgo de transformar el gozo en ansiedad. Sigamos la norma de Augusto: FESTINA LENTE!, que en buen castellano equivale a nuestro clásico: VAYAMOS DESPACIO PORQUE TENEMOS PRISA.

Lo invito, querido amigo, a escribir su desiderata, pero que sea muy meticulosa: le sugiero la inversión de unas buenas horitas que usted se tiene muy merecidas: ¡regáleselas! Me gustaría mirar cómo le brillan los ojos tan sólo con imaginarse en algunos quehaceres, o con la adquisición de ciertos objetos. Quisiera verlo sonreír mientras mira el horizonte porque en su pensamiento se han aposentado mil y mil escenas protagonizadas por usted. Sí, amigo mío, propóngase actividades no usuales, muy suyas, y sálgase de la rutina. Pero, de veras, atrévase a enumerar sus ideales: sólo con eso usted sabrá cuántos sueños le caben todavía en el alma. ¡Feliz desiderata 2009! ¡Ah!, espero que la lectura de esta columna forme parte de ella. ¿Sí? Gracias, lo espero.

anaelenadiazalejo@prodigy.net.mx

(Columna publicada el 28 de diciembre de 2008)

No hay comentarios: