jueves, 7 de enero de 2010

ESFUMINO


¡Buen domingo, querido lector! Estoy segura: usted conoce esta voz, pero aplicada a las artes pictóricas. ¿Recuerda? Nuestro profesor de Historia del Arte nos dijo que, con el sfumato, Leonardo logró la fluidez de las líneas y suavizó las maneras duras y angulosas de los primitivos, pero sin perder su consistencia. Cierto, para Leonardo fue muy importante la exactitud del dibujo y el refinamiento de los contornos, pero todo envuelto con el fundido del modelado y el claroscuro: lo sfumato. Esta técnica nulificó las asperezas más evidentes, espiritualizó toda materia, dulcificó las sequedades. ¿Recuerda usted cómo nuestro profesor de dibujo nos hacía aplicar el lápiz esfumino sobre nuestros incipientes bosquejos para darles un aire de realidad?, ¿vuelve usted a sentir aquella ligereza, como de saúco, pasar levemente por el papel y desvanecer de inmediato las ofensas cometidas a la hoja en blanco?
.
El diccionario nos dice: difuminar es “desvanecer o esfumar las líneas o colores con el difumino.” Y en segunda acepción: “hacer perder claridad o intensidad.” ¡Importantísima definición! Y, sobre todo, aplicable a tantas cosas.
.
Cada diciembre, cuando el año ya prepara sus maletas para el viaje definitivo, llevándose en ellas jirones de nuestra vida, recuerdo aquel sfumato de las lecciones secundarianas y su inevitable efecto en todos los sucesos acaecidos en los 365 días del año por concluir. Hemos padecido ausencias definitivas y pérdidas irrecuperables, cierto, pero hoy, a punto de dar la bienvenida al año joven y lleno de proyectos, las circunstancias que sacudieron nuestra vida se han difuminado. No, no las hemos borrado, no podríamos, sólo hemos tajado las aristas ingratas: al llevarlas con nosotros todo el año, las hemos hecho partícipes de nuestra vida, las hemos integrado a nuestra historia y a nuestras memorias. ¿Acaso las penas asumidas, aceptadas, recordadas cien veces, pierden por arte del esfumino todos sus filos agresivos?, ¿es ésa la labor del Tiempo? ¡El Tiempo, el Gran Esfumino! Y, ¿por qué sólo nos sucede con las cosas tristes o desagradables?, ¿por qué no esfuminamos las alegrías?, ¿por qué son las primeras en acudir vivamente cuando el año agoniza? Es indudable: somos proclives a olvidar lo desagradable a pesar de que arrastre con él experiencias valiosas: quizá a eso se debe nuestro constante tropezar con las mismas piedras.
.
Este razonamiento tal vez sea válido si reconocemos el beneficio de una autodefensa instintiva protectora de todo mal: suceso, emoción, sensación. Y, ¿no sería mejor concientizar nuestros actos, no aplicar el esfumino automáticamente y recordar aun lo que no deseamos recordar? Sí, sí, estoy de acuerdo con usted, caro lector, esto nos conduciría a la depresión o a la locura: no podríamos existir con tanta insania, sobre todo si hemos padecido un año un tanto difícil. Aceptemos: el esfumino gratuito es un regalo de nuestra Madre Naturaleza, aunque hayamos madurado y la experiencia nos haya enriquecido. Pensemos positivamente y guardemos en un lugar privilegiado ese esfumino tan necesario para sobrevivir.
.
Amigo lector, le deseo que su esfumino le haya sido propicio y logre disfrutar de una gozosa celebración de Año Nuevo. ¡Que el favor de los dioses sea siempre con usted!
.
¿Y me leerá el próximo año? Gracias. Lo espero.
.
anaelenadiazalejo@prodigy.net.mx
www.LaRazon.com.mx
www.endulcecharla.blogspot.com
Radio 920 AM, 6.15, 19.45 y 21 h
http://www.miradio.com.mx/
..
(Columna publicada en el periódico La Razón, Tampico, Tam, 27 de diciembre de 2009)
.

No hay comentarios: