lunes, 11 de agosto de 2008

DE EXILIOS


¡Buen domingo, querido lector! ¡Qué terrible palabra encabeza esta columna! ¡Exilio! Y me ha llegado a estos renglones a raíz de haber escuchado algunos versos de un poema que usted indudablemente ha leído, sobre todo si conoció a su autor. Me refiero a Pedro Garfias quien, hará ya muchos años, visitó estas tierras porteñas y la pasaba mal, muy mal, como todos aquellos poetas que, lejos de sus lares patrios, lloraron la ausencia del cobijo materno, el recuerdo de la amada “piel de toro” y el desgajamiento de las propias raíces. “Primavera en Eaton Hastings. Poema bucólico con intermedios de llanto” narra la epopeya emocional vivida durante una estación en tierras británicas, mirando y mirando y recordando y recordando el horizonte abandonado. En 1939 lo publicó el Fondo de Cultura Económica en su Colección Tezontle. La edición que tengo a la vista es la segunda y pertenece a era (1962).

Garfias consideró a Osuna, Sevilla, su lugar de origen, si bien nació en Salamanca, España, el 20 de mayo de 1901. En abril de 1939 va desterrado a Inglaterra:

AUNQUE EL SILENCIO CRUJA Y SE DESPIERTE EL CISNE
–QUE ES PROPIEDAD DEL REY– Y QUIEBRE ALETEANDO
LAS AGUAS IMPASIBLES; AUNQUE LAS AGUAS CORRAN
A GOLPEAR LA ORILLA CON SUS TIERNOS NUDILLOS
Y EL RUMOR SE PROPAGUE POR EL BOSQUE CURIOSO
Y LLEGUE A DESPERTAR LA BRISA, QUE DORMÍA
TRAS LA COLINA CURVA; AUNQUE LA BRISA VUELE
A SACUDIR LOS PRADOS Y PULSAR LAS VENTANAS;
AUNQUE EL TEMBLOR SONORO SE EXTIENDA A LAS ESTRELLAS
Y PERTURBE UN MOMENTO SU FORMACIÓN TRANQUILA
MIENTRAS DUERME INGLATERRA, YO HE DE SEGUIR GRITANDO
MI LLANTO DE BECERRO QUE HA PERDIDO SU MADRE.


En ese mismo 1939 Garfias marcha hacia tierras mexicanas donde, trasterrado, residió hasta su muerte. Fue docente de la Universidad de Nuevo León. Después de una activísima vida cultural murió en la ciudad de Monterrey el 9 de agosto de 1967.

LA TIERRA DANDO VUELTAS VA ALEJÁNDOSE
CON LA SOGA DEL TIEMPO A LA CINTURA.
FUERA DEL TIEMPO Y EL ESPACIO ESTOY
CON LA VIDA ENLAZADA POR SUS PUNTAS.


Entre otros poetas exiliados que ya no regresaron a España, son inolvidables: Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, José Moreno Villa, Pedro Salinas, Emilio Prados, todos ellos con obra imperecedera en revistas de gran calidad, nacionales y peninsulares. Recuerdo con gran afecto a Luis Cernuda, sevillano de incomparable voz elegíaca, y al malagueño Manuel Altolaguirre, editor y tipógrafo impecable, maestro único en estos menesteres, ambos con la mirada triste, agobiada, nostálgica, plena de añoranza por la tierra a la que, bien lo sabían, no habrían de volver.

Expatriado, exiliado, desterrado, trasterrado, adjetivos malsanos, crueles, ingratísimos, llevan en su aljaba negra el dolor y la amargura, el resentimiento por la injusticia, y la impotencia amarga ante el futuro. Quien haya conversado con alguien cobijado por este herrumbroso fardo habrá visto en sus ojos la necesidad de un encuentro, a sabiendas fallido. Y lo comprendemos porque quizá todos guardamos en nuestra historia la congoja del exilio en tantas de sus formas, desde el útero sagrado hasta la fundación de un nuevo hogar, no se diga la lejanía de una ciudad amada, los amigos perdidos, las ausencias inevitables. Pero digamos con Garfias:

ANDAR ES LO ORDENADO.
SEGUIR NUESTRO CAMINO
LLEVANDO A LOS COSTADOS
EL CÉSPED SATISFECHO
Y EL ALTO PINO, DEMASIADO ALTO.
ASÍ NUESTRA PALABRA
VA BIEN CON NUESTRO PASO SOLITARIO.


¿Y me leerá el próximo domingo? Gracias, lo espero.


(Columna publicada el 10 de agosto de 2008)

No hay comentarios: