martes, 19 de agosto de 2008

BIZARRO

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¡Buen domingo, querido lector! He recibido un correo con una duda que, desde hace ya rato, deseo comentar. Esa duda procede del libre uso que se hace de las palabras cuando éstas tienen orígenes comunes con otras lenguas, y sus significados son, aparentemente, diferentes. El ejemplo es el adjetivo BIZARRO, de familia italiana. Veamos que nos dicen los diccionarios:
=El CUYÁS ITALIANO-ESPAÑOL define bizzarro como “extravagante, raro, caprichoso, extraño // valeroso // iracundo, arrebatado”.
=Nuestro DICCIONARIO DE LA ACADEMIA, sólo reconoce, de su procedencia italiana, el concepto de “iracundo”, y le otorga dos acepciones: “1. Valiente (esforzado), y 2. Generoso, lucido, espléndido”.
=Pero la misma Academia, en la voz BIZARRÍA, dice: “1. Gallardía, valor. 2. Generosidad, lucimiento, esplendor. 3. Pintura: Colorido o adorno exagerado”.
=El FRANÇAIS-ESPAGNOL de Martínez Amador (bizarre): “raro, extravagante; extraño, singular, incomprensible, inexplicable, estrambótico excéntrico, heteróclito”.
=Y el CUYÁS DICTIONARY ENGLISH-SPANISH (bizarre) dice solamente: “grotesco, caprichoso, fantástico”.


Son evidentes los vasos comunicantes del lenguaje. Los límites, no sólo fonéticos sino también conceptuales, tocan líneas fronterizas que parecen diluirse y modificar sutilmente las ideas hasta llevarlas a reinos casi opuestos. En el caso de BIZARRO estamos ante una gama colorida que va desde el muy preciso concepto castellano, relativo al valor y al lucimiento de las virtudes un tanto caballerescas, hasta los extremos de la lengua inglesa que se ubican muy específicamente en el ámbito de la irrealidad. Y ¿por qué no habría de ser así? ¿Quién le ha puesto coto a la imaginación? La “iracundia” bien puede tocar extremos “estrambóticos”. La “generosidad” es capaz de llegar al confín de lo “fantástico”. Y el “esplendor” puede ascender hasta la cima de lo “grotesco”.

En el devenir de la Naturaleza, y obviamente en el del pensamiento, la evolución es el eje primordial, y es tentadora la elección de veredas con ramajes inesperados cuyos brotes, de manera aparencial, sugieren principios distantes aunque su matriz sea, como siempre, la misma. El lenguaje no es ajeno a esta ley. Y nosotros, lectores, debemos asumir las infinitas posibilidades que las voces nos obsequian desde cada una de sus versiones en tantas lenguas que habitan el planeta. Pero también habremos de reconocer que los diccionarios autorizados marcan normas curadoras que salvaguardan con esmerada meticulosidad los usos con que cada habla ha ido conformando a las mismas palabras en sus diferentes sedes. Así, en el caso de BIZARRO, los herederos de la lengua castellana debemos usarlo en su sentido de “gallardía, valor, generosidad, lucimiento, esplendor”, y sólo en los asuntos relativos a la pintura, lo aplicaremos como “colorido o adorno exagerado”.

Si no respetamos este canon y damos a la palabra BIZARRO un equivalente a “grotesco, caprichoso o fantástico”, como lo propone la lengua inglesa, caeremos, de manera irremediable, en un anglicismo que fractura la acepción castellana.

Compartimos otros casos: en castellano, historia tiene dos significados: 1. “sucesión de hechos” y 2. “fábula, cuento, anécdota”. En inglés, el primero equivale a history, y el segundo a story. ¿Otro ejemplo? Contestar, para nosotros, es responder a una pregunta; en inglés, contest sugiere debate, contienda. Si se desea usarlo como responder, se usará el verbo to answer.

La geografía, confabulada con la historia, suele jugarnos malas pasadas, de allí la conveniencia de echar mano del DICCIONARIO y evitarnos falsas interpretaciones, o ¿no lo cree usted así?

¿Lo espero el próximo domingo? Gracias. Aquí estaré.


(Columna publicada el 17 de agosto de 2008)

1 comentario:

Unknown dijo...

Un antídoto para el silencio infinito, el espejo de los sonidos del pensamiento... así, es la charla, emotiva, placentera, inquietante, civilizada.