sábado, 23 de mayo de 2009

FRIVOLIDAD


Nadie tiene derecho a lo superfluo
mientras alguien carezca de lo estricto.

¡Buen domingo, querido lector! La palabra frívolo, condición de la frivolidad, tiene tres acepciones, según nos informa el Diccionario: “1. ligero, veleidoso, insustancial. 2. Se dice de los espectáculos ligeros y sensuales, de sus textos, canciones y bailes, y de las personas que los interpretan. 3. Dicho de una publicación: Que trata temas ligeros, con predominio de lo sensual.” Una voz nos lleva a otra: importa precisar también el término sensual: cito dos acepciones: “1. Perteneciente o relativo a las sensaciones de los sentidos, 2. Se dice de los gustos y deleites de los sentidos, de las cosas que los incitan o satisfacen y de las personas aficionadas a ellos.”

Ahora permítame usted una breve reflexión. Las revistas frívolas tienen, hace ya rato, un baldón lamentable: “revistas femeninas”, y con esta adjetivación quieren decir: triviales, endebles, insustanciales. Recientemente he visto una portada revisteril que ostenta un anuncio: “Las diez mujeres mejor vestidas”. Busqué, pero no hallé ninguna revista que anunciara a las diez mujeres más destacadas en su trabajo: ejecutivas, industriales, artesanas, maestras, actrices, obreras, comerciantes, traductoras, políticas. ¡Cómo me gustaría saber sus nombres, cómo realizan sus actividades, qué las movió para ejercerlas, cómo llegaron a la cumbre! Esta curiosidad no es sólo mía: todos los mexicanos queremos conocer a las mujeres triunfadoras, ¿proceden de una familia tradicional?, ¿a qué clase social pertenecen?, ¿han sido amadas?, ¿qué hacen en sus momentos de soledad, de tristeza, de triunfo, de alegría, de dolor?, ¿cuáles son sus prioridades?, ¿cuál es su desiderata?

Como usted bien sabe, en nuestro país las mujeres luchan denodadamente por recibir el reconocimiento público en las áreas de trabajo en las que se desempeñan. He escuchado mil clamores femeninos por la falta de respeto, de consideración, de derechos, etc., etc., para realizarse en plenitud. Pero, según veo, con tal de recibir el tal reconocimiento, lo aceptan, aunque no sea por sus talentos artísticos, o por sus capacidades empresariales o comunicadoras donde han obtenido fama y prestigio, sino por el aspecto sensual o frívolo o vano, adlátere de sus tareas. Es obvio: la elegancia en la vestimenta es importante en las personas que tienen acceso a los altos niveles socioeconómicos del país. Nadie podría oponerse al derecho inalienable que cada persona posee de ejercer su sensorialidad. Pero, ¿es necesario poner énfasis en este aspecto, cuando se trata de mujeres cuyo perfil cubre con creces cualquier requisito para ser admiradas?, ¿por qué acudir a la parte trivial y fútil, más propia de lo lúdico que de lo trascendente?

Y las preguntas llegan a mi mente, formaditas, para presentar un cuestionamiento un tanto áspero: ¿por qué el triunfo femenino tiene qué asociarse a la frivolidad, a la superficialidad, cuando hay tantas mujeres que trabajan febrilmente para enaltecer a la Patria? ¿Para qué quiere una mujer ser nombrada como la mejor vestida de su pueblo, de su nación o de su planeta cuando hay millones de mujeres que mueren de frío, de sed, de hambre. No veo el motivo de orgullo por ataviarse frente al mundo con prendas lujosas cuando hay niños que no conocen el pan. No son méritos personales: son los que se compran con una chequera. Debo creerlo, esas señoras son ajenas a su contexto: por eso caen victimadas ante los reflectores de la superfluidad. ¿Cómo pueden atreverse a pedir respeto? ¿Por qué ellas y los medios se siguen el juego mutuamente y aceptan ser mostradas en público como las poseedoras de prendas mil cuyo costo sumado abatiría muchas necesidades inaplazables? ¿Se tiene derecho a este exhibicionismo social?

Usted, amigo lector, ¿cree que haya alguna respuesta a esta actitud? Yo, definitivamente, no, y creo que, si la hubiera, no me interesaría saberla.

Perdón, me olvidaba. Permítame invitarlo a mi plática sobre “Periodismo, cultura y sociedad”, en la Biblioteca Isaura Calderón (Casa de la Cultura de Tampico), el miércoles 20 de mayo a las 19 h. Y el jueves 21 en el Teatro Experimental del Metro, a las 20.30 h, el grupo Tomiyauh. Lectores de cuentos, presentará el Bestiario de Juan José Arreola. ¿Nos acompaña? Permítanos tomar una copa con usted.

Espero que me vuelva a leer el próximo domingo. Yo seguiré aquí. Gracias.


(Columna publicada en el periódico La Razón, Tampico, Tam, 17 de mayo de 2009)

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