sábado, 23 de mayo de 2009

JOSÉ REVUELTAS


¡Buen domingo, querido lector! Octavio Paz calificó El luto humano como “obra de juventud” de José Revueltas y, por ello mismo, adoleciente de los defectos propios de esa etapa de la vida. En efecto, en 1943 Revueltas tenía 29 años cuando obtuvo con esa novela el premio en el Segundo Concurso de Literatura Latinoamericana organizado por la Oficina de Cooperación Intelectual de la Unión Panamericana. Y ¿cuáles son esos defectos considerados por Paz como propios de todos los novelistas jóvenes? Vale la pena recontarlos: falta de sobriedad en el lenguaje; deseo de decirlo todo de una vez; dispersión y pereza para cortar las alas inútiles a las palabras, a las ideas y a las situaciones, y ausencia de disciplina –interior y exterior. Pero, también Paz afirmaba: “Revueltas es el primero que intenta entre nosotros crear una obra profunda, lejos del costumbrismo, la superficialidad y la barata psicología reinantes”. Estas citas corresponden a julio de 1943. En abril de 1979, treinta y seis años más tarde, hace algunas reconsideraciones: en primer lugar, asume su propia juventud en esos años, es decir, se trata de la crítica “de un joven a otro joven”, se desdice de las acideces enviadas a la novelística de la Revolución, y reconoce a Mariano Azuela y a Martín Luis Guzmán como “maestros en su arte”. A la vez, confirma: “La aparición de El luto humano, publicada unos años antes que Al filo del agua (1947) [de Agustín Yáñez], fue una ruptura y un comienzo. Con la novela de Revueltas, a pesar de sus imperfecciones, se inició algo que todavía no termina.”

En efecto, Revueltas da principio a un nuevo modo de escritura, a una manera diferente de ver, a una actitud distinta ante la página escrita. Revueltas, bien lo sabemos, no es para diletantes: él se dirige a las conciencias, nos habla del hombre universal, del dolor universal, de “lo humano”. Dista mucho de los resabios modernistas. Ese tiempo había empezado a diluirse después de los años de la Revolución de 1910, y los temas han cambiado: las elegancias y las frivolidades fin de siècle desaparecen; el hambre, la miseria y la violencia toman su lugar como personajes de la narrativa; las prendas de lujo y la bisutería ceden su sitio a los harapos y al polvo; el champán se convierte en sed angustiosa por una gota de agua; los finos modales se transforman en actitudes abyectas e insalubres. La lucha por la vida, como forma elemental de existencia, se apodera de las páginas impresas. Y Revueltas nos impide ausentarnos de la nueva realidad. Él quiere que participemos de ese México.

Militante revolucionario, Revueltas fue un escritor absolutamente congruente: en él convergieron de manera cómoda su ideología y su conducta cívica. Su cercanía con el pueblo y su innata religiosidad le proporcionaron los elementos de comprensión suficientes para establecer sus propios juicios respecto de la religión. “Aunque le apasionó la filosofía –dice Paz– fue sobre todo un artista creador. […] Dentro de la Iglesia católica habría sido un hereje como lo fue dentro de la ortodoxia comunista”. Consciente de sus contradicciones interiores, pudo enfrentar su cristianismo y su marxismo. Pero, por sobre todo, “Revueltas practicó otro heroísmo, no menos difícil y austero: el heroísmo intelectual”.
Revueltas será siempre un escritor de lectura obligatoria para quienes deseen acercarse al México que empieza a dibujar su nueva imagen: el México de los años posrevolucionarios, cuya sombra sigue formando parte de nuestro entorno.

Quizá por mi particular devoción hacia el género cuentístico, prefiero dos libros fundamentales de nuestro siglo XX: Dios en la tierra (1941) y Dormir en tierra (1960), escritos con una prosa dura, sin concesiones, pero posesa de una intrínseca y trágica poesía cuyas intensidades socavan cualquier idealismo sustentado en las fragilidades de la tradición. Le recomiendo su lectura, pero sólo si está dispuesto a encontrarse con usted mismo. Si gusta de la narrativa mayor, me atrevo a recomendarle dos: El luto humano (1943) y Los errores (1964).

José Revueltas nació en la ciudad de Durango el 20 de noviembre de 1914. Murió en la Ciudad de México el 14 de abril de 1976.

¿Y me leerá el próximo domingo? Gracias. Aquí lo espero.

anaelenadiazalejo@prodigy.net.mx
(Columna publicada en el periódico La Razón, Tampico, Tam, 24 de mayo de 2009)

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