lunes, 23 de marzo de 2009

TOMIYAUH


¡Buen domingo, querido lector! Permítame recordar con usted algunos datos de nuestra historia. Xólotl, caudillo chichimeca, encabezó en 1224 la gran invasión a la antigua Tula, “que terminaría por establecer una nueva dinastía y un nuevo imperio sobre las ruinas de los anteriores.” Pero “antes de su irrupción en el escenario del Valle de Tula, Xólotl pasó por la actual Huasteca veracruzana, donde selló su alianza con los guerreros cuexteca, tomando por esposa a la princesa Tomiyauh, señora de Tamiahua y Tampico, con quien fundaría una dinastía que habría de reinar, casi ininterrumpidamente, hasta la conquista española”. Así nos informa la historiadora María del Pilar Sánchez en su capítulo “Raíces legendarias y personajes míticos de la Huasteca” recogido en Tampico, cuna de sueños huastecos. Madero y Altamira, ciudades conurbadas (Milenio, 2007). Y agrega: “Los descendientes de Xólotl y Tomiyauh, además de ocupar el trono chichimeca, se mezclaron con todas las familias reinantes de la altiplanicie, y de esta forma tuvieron legítimo acceso al poder en el resto de las monarquías. Entre ellos destaca una de las figuras más emblemáticas del México prehispánico, Netzahualcóyotl, el rey poeta de Tezcoco, así como Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, el historiador indígena”.

Así pues, los habitantes de esta zona descendemos también de Xólotl y de Tomiyauh, si bien no en ese nivel de aristocracia, sí en el de su poderío, de su historia, de su reino, de su espíritu. Y, enarbolando esa regia estirpe, un grupo de enamorados de los cuentos nos hemos puesto a la vera de Nuestra Señora de Tampico para hacerle llegar a usted páginas inolvidables de la narrativa de nuestra América.

¿Y por qué cuentos? Porque nuestra historia nos ha llegado a pleno vuelo en narraciones, en relatos, breves o largos, rodeados del perfume mítico que explica nuestro modo de ser actual. Porque el cuento es la forma prístina en que se expresaron nuestros artistas para acercarnos a sus sueños o a sus miedos. Porque ha sido tal la devoción de los escritores mexicanos por este género que ha llegado a ser el más frecuentado en sus páginas.

El cuento ha estado íntimamente unido a nuestras teogonías. De sus alas hemos recibido idearios y mitologías. Sus líneas nos han ofrecido entretenimiento. En sus palabras nos hemos instruido. Así, de voces narrativas hemos aprendido a leer, a creer, a seguir normas morales y éticas, a afinar nuestra estética, a desear comprender el mundo, a intentar ser uno con el universo.

Todos los narradores son observadores natos. Ellos pretenden, mediante la fabulación de sus ideas, mostrar su visión del hombre, y por ello nos invitan a participar de su perspectiva. Nosotros, lectores siempre dispuestos a escuchar, es decir, dispuestos a aceptar, debemos recibir las historias como parte de una realidad desconocida que, mediante las letras narradoras, llega a nosotros sin el dolor, sin la duda, sin el temor que conlleva la experiencia directa.

El próximo miércoles 25 de marzo, a las 20.30 hs, en el Casino Tampiqueño, TOMIYAUH, grupo integrado por voces que usted conoce muy bien: Gilberto Castañeda Hidalgo, More Castillo de Valdiosera, Ana Luisa Verduzco de Legorreta y Ana Elena Díaz Alejo, estará ante usted, querido lector, para leer cuentos. Esta vez serán los de nuestro gran escritor nacional José Emilio Pacheco. Nos presentará, como siempre, nuestro dilecto amigo don Andrés García. Lo esperamos. ¡Que Nuestra Señora Tomiyauh sea con nosotros!

¿Y me leerá el próximo domingo? Gracias, lo espero.


(Columna publicada en el periódico La Razón, Tampico, Tam, 22 de marzo de 2009)

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