domingo, 8 de noviembre de 2009

VISIÓN DE ANÁHUAC (1519)


¡Buen domingo, querido lector! “Viajero, has llegado a la región más transparente del aire” es el epígrafe señero con el que Alfonso Reyes encabeza esa gran oda a nuestros años prehispánicos: Visión de Anáhuac (1519). La primera edición de esta joya de nuestras letras se realizó en San José de Costa Rica (1917); la segunda en Madrid (1923), mientras allí se encontraba don Alfonso; la tercera y la cuarta en México (1944 y 1953).


Don Alfonso recorre el espacio de Anáhuac contemplado por el Conquistador a su llegada a nuestras tierras, y crea su propia visión de aquel mundo de riquezas infinitas. Nutren su mirada, principalmente, Hernán Cortés en sus Cartas de relación; Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, y Francisco López de Gómara, capellán y cronista secretario del Conquistador y autor de Relación de las conquistas de Hernán Cortés e Historia general de las Indias. La palabra memoriosa de los cronistas y de los historiadores delinea esta deliciosa cartografía.


Don Alfonso ilumina los espacios más notorios: la ciudad con sus tres sitios donde la vida se concentra, como en todas las ciudades del mundo: la casa de los dioses, el mercado y el palacio del emperador, si bien por todos los barrios aparecen templos, mercados y palacios menores. El templo mayor es un alarde de piedra.” En el mercado se hallan todas las cosas que hay en la tierra”: es una plaza principal “y es igual a dos de Salamanca. Discurren por ella sesenta mil hombres cuando menos […] Allí venden joyas de oro y plata, de plomo, de latón, de cobre, de estaño; […] oro en grano y en polvo, guardado en cañutos de pluma que, con las semillas más generales sirven de moneda”. La riqueza de las mercaderías es infinita: aves, herbolaria, ungüentos, esteras, frutas, mieles, aceites, tintes, vasijas, semillas, arte plumario. El zumbar de la plaza admira a quienes han viajado por Constantinopla y por Roma.


El cuadro de mayor precio ante los avariciosos ojos de Cortés lo ofrece el mítico emperador Moctezuma, el de la silla de oro, “fabuloso Midas cuyo trono reluciera tanto como el Sol”.


La descripción del palacio, del protocolo real, de la estética de una ciudad, no es posible que el cronista la detalle: “Cuatro veces el Conquistador anónimo intentó recorrer los palacios de Moctezuma: cuatro veces renunció, fatigado.”


Lo invito, querido lector, a escuchar las páginas de Visión de Anáhuac (1519). El miércoles 4 de noviembre, TOMIYAUH leerá esta obra en la Casa de la Cultura de Tampico, a las 20:30 h. Y luego está usted cordialmente invitado a tomar una copa en honor de don Alfonso.


Pero ¿me leerá el próximo domingo? Gracias. Lo espero.


anaelenadiazalejo@prodigy.net.mx

www.endulcecharla.blogspot.com

Radio 920 AM, 6.15, 19.45 y 21 h


(Columna publicada en el periódico La Razón, Tampico, Tam, 1 de noviembre de 2009)

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