domingo, 20 de septiembre de 2009

TIEMPO SIN ORILLAS, DE MARISOL VERA



¡Buen domingo, querido lector! El viernes 4 de los corrientes, en la Biblioteca Isaura Calderón (Casa de la Cultura de Tampico), Voces de Barlovento Editores presentó un nuevo libro: Tiempo sin orillas, de la poeta Marisol Vera. Con esta publicación, la editorial porteña concluye su primera etapa de trabajo: ofrecer un espacio gratuito a los poetas tampiqueños cuya obra incipiente fue fruto del Taller de Literatura Argos, así como reconocer la obra ya avalada por la experiencia de algunos de los maestros en el arte de la escritura.


Tiempo sin orillas, paradójicamente, es la opera prima de una poeta que ofrece su canto a la luz pública, pero cuya madurez, obtenida en la presencia constante en publicaciones periódicas y antológicas, deja ver el pulso firme de quien ejerce el oficio de luchar con las emociones, con los sentimientos y, naturalmente, con todos los instrumentos del lenguaje. La riqueza léxica de Tiempo sin orillas abreva en el amor a la tierra, a las raíces atávicas, a los orígenes amados en el color y en la textura, en el sonido y en la lluvia, en el llanto y en la risa.


La presentación del libro estuvo a cargo de Eduardo Uribe, maestro en letras por la Universidad Nacional Autónoma de México, y por el poeta Arturo Castillo Alva. Dos maneras de penetrar el texto quedaron patentes en dos brillantes ensayos: el maestro Uribe ofreció un texto académico, certero y formal, escrito dentro de los rigurosos cánones que exige la crítica literaria; el poeta Castillo Alva caminó por las líneas de cada poema, escuchó su latido, reconoció sus propias raíces, y abrigó el texto de Marisol con palabra mágicas plenas de poesía conformadas en un hermoso poema en prosa cuya síntesis parecía unirse inevitablemente al texto comentado.


Para concluir la velada, Marisol leyó una breve selección de sus poemas, entre ellos, mi preferido: “Flor y canto para Eusebia”. Debo decirle, querido lector, que Eusebia es la mágica abuela de Marisol, misma que ha dotado a su nieta de ese gran amor a la tierra y al pasado. Permítame traer aquí algunos versos, sólo para que se anime a buscar el libro y a leerlo: está en todas las bibliotecas municipales del puerto. Escuche usted:


Citlali, hembra luminosa,

domesticabas estrellas desde tu ventana,

tus dedos de lumbre amansaban el fogón,

sudor deshojado en la enagua;

el universo era bueno y sobrio

como un sol en rama sideral.

Aliviabas la cirrosis de una tumba

en orfandad de la noche;

en tus pechos colgaban todas las maternidades,

en tu negra trenza crecían todas las promesas,

en tus tibias manos hervían todas las caricias.

[…..]

Eusebia, in xochitl in cuicatl,

renacerás en llamarada de follajes,

en el conejo, en el grillo, en la neblina,

en diáfana espesura de los ríos,

en el rostro de los hijos de tus hijos.

Viajarás con el Señor Sol a su casa resplandeciente

y tu alma danzará por siempre,

corazón habitado de palabras.


Prométame que leerá este libro. ¡Será una experiencia inolvidable!

¿Lo espero el próximo domingo? Gracias. Aquí estaré.




(Columna publicada en el periódico La Razón, Tampico, Tam, 13 de septiembre de 2009)

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