Así, teniendo en cuenta que Pegaso, tanto en náhuatl como en griego, significa lo mismo y, además, a estas regiones les corresponde la constelación del caballo alado en los mapas celestes, Guillermo Tovar de Teresa llega a la mejor de las conclusiones: Pegaso significa México y éste fundamento lo lleva a la cúspide de la fuente del Palacio Virreinal en 1625, justo un año después del motín de 1624, inicio de “una toma de conciencia nacional”.
lunes, 13 de julio de 2009
PEGASO
Así, teniendo en cuenta que Pegaso, tanto en náhuatl como en griego, significa lo mismo y, además, a estas regiones les corresponde la constelación del caballo alado en los mapas celestes, Guillermo Tovar de Teresa llega a la mejor de las conclusiones: Pegaso significa México y éste fundamento lo lleva a la cúspide de la fuente del Palacio Virreinal en 1625, justo un año después del motín de 1624, inicio de “una toma de conciencia nacional”.
VACACIONAR
DEL LATÍN VACATIO, VACATIONIS. 1. DESCANSO TEMPORAL DE UNA ACTIVIDAD HABITUAL, PRINCIPALMENTE DEL TRABAJO REMUNERADO. 2. TIEMPO QUE DURA LA CESACIÓN DEL TRABAJO. 3. ACCIÓN DE VACAR QUE TAMBIÉN SE DICE CUANDO UN EMPLEO O CARGO HA QUEDADO SIN PERSONA QUE LO DESEMPEÑE. ES DECIR, HA QUEDADO: VACANTE.
El significado del verbo vacar es evidente. Pero usted y yo, caro lector, sabemos bien que el diccionario no es casuista y, por ello mismo, a veces generaliza con una manga demasiado ancha y suele enviar a una especie de “cajón de sastre” varias acepciones merecedoras de un trato más cuidadoso. Ayudémosle con algunos derivados. Veamos el verbo vagar: tener el tiempo suficiente para vivir en la ociosidad (no en el ocio), andar por la vida sin determinación alguna, si bien con libertad, pero también sin orden, esas normas tradicionalmente impuestas por toda sociedad para no marginar a quienes deseen considerarse sus ciudadanos.
Así, las vacaciones tienen dos extremos: uno se refiere al descanso, al reposo dentro de una etapa especial, necesario para quien trabaja o estudia, y a cuya conclusión habrá de reintegrarse a sus compromisos estudiantiles o laborales. En el otro extremo: la vacación permanente, la vagancia irrestricta, el interminable errar. Esta actitud de vagar, de ser vagabundo, de vivir en la vagancia (holgazanería, sin oficio ni domicilio determinado), corresponde a quienes viven al margen de la sociedad, sobre todo si no ganan los honorarios suficientes para sobrevivir. Esta condición de miseria es suficiente para calificar a alguien de vago. Y permítame, amigo lector, anotar aquí una muy sutil diferencia: si el vagabundo es un millonario con la vida resuelta con creces, y el trabajo no es una actividad indispensable para su ir y venir por donde se le dé la gana, simplemente se le llama “hombre de mundo”. Desde luego, el diccionario no hace estas excepciones.
Y podríamos decir lo mismo en el caso de las palabras ocio y ociosidad. El ocio es la cesación del trabajo, la inacción o total omisión de la actividad material, pero no mental. Es decir: el ocio equivale a nuestro “tiempo libre”, el que no pertenece a ningún compromiso laboral por el que percibimos honorarios, pero también es un tiempo aplicable a una “actividad” fecunda, innovadora, productiva. También se llama ocio a toda ocupación cuyo ingrediente mayor es la imaginación, las emociones y hasta los sentimientos, como en el caso de las actividades artísticas. Para llevar a buen término la expresión del arte, el artista requiere de cierta paz propiciatoria de la concentración necesaria para atender las inquietudes, los conceptos o los temas que desea expresar.
Al contrario del ocio, la ociosidad es el vicio de no trabajar, de perder el tiempo o de gastarlo inútilmente. Así como entre vacaciones y vagancia hay una diferencia sustancial entre ocio y ociosidad hay una distancia inmensurable a pesar de que ambos tienen el significado común de “cesación de toda actividad”. El ocio es inacción física. La ociosidad es inacción física y mental.
Viene al caso recordar a los grandes sabios: Sócrates, según Diógenes Laercio, ensalzaba el ocio como la más bella de las riquezas. Y Aristóteles afirmaba: “La felicidad está en el ocio”. Por supuesto, conocedor de ciertos extremos dieciochescos, Rousseau generalizó ácidamente: “Trabajar es un deber indispensable para el hombre social. Rico o pobre, fuerte o débil, todo ciudadano ocioso es un bribón.” Estará usted de acuerdo conmigo en que preferimos a Sócrates y a Aristóteles. ¿O no?
¿Me leerá el próximo domingo? Gracias. Lo espero.
anaelenadiazalejo@prodigy.net.mx
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(Columna publicada en el periódico La Razón, Tampico, Tam, 05 de julio de 2009)
miércoles, 1 de julio de 2009
EDUARDO LIZALDE
Óigame usted, bellísima,
no soporto su amor.
Míreme, observe de qué modo
su amor daña y destruye.
Si fuera usted un poco menos bella,
si tuviera un defecto en algún sitio,
un dedo mutilado y evidente,
alguna cosa ríspida en la voz,
una pequeña cicatriz junto a esos labios
de fruta en movimiento,
una peca en el alma,
una mala pincelada imperceptible
en la sonrisa…
yo podría tolerarla.
Pero su cruel belleza es implacable,
bellísima;
no hay una fronda de reposo
para su hiriente luz
de estrella en permanente fuga
y desespera comprender
que aun la mutilación la haría más bella,
como a ciertas estatuas.
Su Manual de flora fantástica (Cal y arena, 1997) reúne en sensual, agresiva y elegantísima prosa, una nueva manera de contemplar ese sitio donde las lindes marcan peligrosamente los bordes de los reinos, como el animal y el vegetal, ambos en competencia por la vida, quizá con ambiciones humanas, tal vez obedientes a los dictados de una Gran Madre Antropófaga, o subsumidos en una nueva forma de la Naturaleza. Dice Lizalde: “No es éste un libro histórico, ni científico, ni antológico, sino la aventura literaria de un profano en el templo del sobrecogedor universo de la flora natural y la legendaria, que han arropado y deslumbrado la existencia de todas las artes y culturas”.
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JOSÉ EMILIO PACHECO
Importa decir que participó, con Octavio Paz, Alí Chumacero y Homero Aridjis, en la selección y anotación de un clásico de las antologías poéticas: Poesía en movimiento. México, 1915-1916 (siglo XXI, 1966) que, como usted sabe, fue prologado por Paz.
José Emilio ha sido solicitado por las universidades de Canadá, Estados Unidos e Inglaterra para impartir allí distintas cátedras; es miembro de El Colegio Nacional y ha recibido los más altas preseas: el Premio Nacional de Poesía, Aguascalientes (1969); el Premio Xavier Villaurrutia (1973), el Premio Nacional de Periodismo (1980) y el Premio Nacional de Literatura (1992).
Posee el don de la escritura y es dueño de una de las prosas más elegantes de las letras de hoy. Gran maestro del periodismo literario, ha mostrado una dedicación insuperable a todos los temas que puedan iluminar al lector sobre la realidad contemporánea, gran meta de este supremo conocedor de cada página escrita en México. Su abundante obra está presente en las publicaciones periódicas nacionales e internacionales.
En su creación artística pretende desmitificar las viejas concepciones morales y nos presenta un mundo no lejano al desencanto sobre la conducta humana y su egoísmo materialista que parece no ceder ni ante los buenos sentimientos ni ante las amenazas cósmicas. El hombre que Pacheco muestra en su narrativa es un solitario victimado por sí mismo, atento siempre a la autocomplacencia, a la apariencia, al desinterés por “los otros”.
José Emilio ha recopilado su quehacer poético en: Tarde o temprano. Poemas 1958-2000 (FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, 2002), y su narrativa en: Narrativa completa (ERA, 1998), pero estoy segura de que ya se agitan en su aljaba una buena dotación de palabras que, anhelantes, esperan ver la luz.
Anoche, en la Biblioteca Rafael Ramírez Heredia del Espacio Cultural Metropolitano, hemos leído y comentado dos de sus cuentos: “El viento distante” (El viento distante, 1963) y “Langerhaus” (El principio del placer, 1972). En ambos, el hombre se acerca peligrosamente a sus propios abismos. El próximo sábado platicaremos sobre Eduardo Lizalde, gran poeta y narrador de nuestra actualidad. ¡Lo esperamos!
Pero, ¿usted me leerá el próximo domingo? Gracias. Aquí estaré.
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